Acompañamiento

 

Personalmente prefiero la palabra “acompañamiento” a la de “terapia”, simplemente porque realmente se trata de acompañar a otra persona en su camino.

El trabajo de acompañamiento se trata de COMPARTIR. Cuando dos personas están en Presencia y abren el Corazón porque se establece una relación de Confianza, exenta de cualquier juicio, de cualquier jerarquía, es cuando se puede dar lo que llamamos terapia, o crecimiento personal. Y no hay juicio ni jerarquía porque el acompañante se ve a sí mismo en el acompañado, no se siente superior, porque como lo dictan las Leyes herméticas:

 

"Como es adentro es afuera, como es arriba es abajo"
 

Solo estoy acompañando, compartiendo lo que yo he experimentado en mi propio camino de crecimiento personal, hasta allí y no más allá. ¿Cómo podría compartir algo que no he experimentado yo mismo? Solo serían palabras vacías… Y es justamente cuando las palabras tienen la fuerza de la experiencia que pueden resonar en la persona acompañada y crear esa confianza imprescindible para abrir la puerta al milagro de la sanación.

En esta posición de acompañamiento, además, el acompañante no quita el poder al acompañado. Éste es quien tiene que sentir, observar, integrar y… actuar. De esta manera no se crea dependencia. De hecho, la autonomía es lo que deben aprender las personas acompañadas: ser capaces de sostener y superar todos los retos que les propone su Vida diaria sin tener que recurrir a un tercero.

Como me suele decir un querido amigo y maestro: “Yo te enseño la puerta… pero tendrá que ir tú a abrirla, no te voy a llevar a brazos hasta ella”.

 

Lo transformador es el camino, no la meta… porque no hay que llegar a ninguna parte…

 

Puerta